Aquí no hay nada de nada

Antonio Salieri cree que la música de Wolfgang Amadeus Mozart es divina y milagrosa. Desea que él mismo fue un músico tan bueno como Mozart para que pueda alabar al Señor a través de la composición. Comenzó su carrera como un hombre devoto que cree su éxito y el talento como compositor son las recompensas de Dios por su piedad. También está contento como respetado, financieramente acomodado, compositor de la corte del emperador austriaco Joseph II. Pero se sorprende a aprender que Mozart es una criatura tan vulgar, y no puede entender por qué Dios favoreció a Mozart para ser su instrumento. La envidia de Salieri lo ha convertido en un enemigo de Dios, cuya grandeza era evidente en Mozart. Está listo para vengarse contra Dios y Mozart por su propia mediocridad musical.